miércoles, 4 de noviembre de 2015

El papel de los políticos españoles (y vascos) con el fracking





Hace pocos días hemos desayunado con la noticia de que el partido de Urkullu, el PNV, que gobierna en el País Vasco, decía respetar y defender los requerimientos aprobados en el parlamento vasco sobre el fracking, a la vez que llamaba a Madrid y daba instrucciones y consejos sobre la forma más adecuada de poder obviarlos.

En el pasado, en alguna entrada del blog, explicamos que el fracking hacía tiempo que, además de ser un tema energético, suponía ya un tema de calidad democrática en cuanto a cómo los políticos trataban de introducirlo en sus respectivos países.

Pero, como estamos en España y para no perder la perspectiva conviene recordar los acontecimientos previos a los actuales.

El protagonista primero del fracking fue el País Vasco. Varias empresas de Texas se interesaron por la geología del norte de España y afirmaron sobre la posibilidad de un nuevo El Dorado del gas con la tecnología novedosa que ya se aplicaba en Estados Unidos. 

El entonces lendakari, Patxi López, quedó inmortalizado para la historia en aquella foto en los campos petroleros de Texas. De vuelta a España, ya comenzó a facilitar la llegada del fracking a los montes de Vitoria, con la rebaja del grado de protección ambiental.

Con el gobierno de Zapatero y con el beneplácito del PP, de partidos de pequeño formato como UPyD y con nacionalistas como PNV, CiU o incluso regionalistas como el PRC, se aprobaron permisos que llevarían al país a la “independencia energética” a una “oportunidad de futuro” que nos haría beber las mieles del gas barato.

Más tarde,  de todos estos políticos, y ya en debate público la cara oculta del fracking, algunos vinieron a decir que no sabían lo que firmaban. 

Nunca llegaremos a saber si eso es verdad, pero que muchos no sabían de qué iba el fracking, es casi seguro. 

Y este hecho, nos debería hacer reflexionar sobre cuales son las motivaciones o los resortes por los que los políticos toman las decisiones en temas como éste y en que puesto de interés se sitúa el ciudadano para ellos.

Las personas supuestamente afectadas en un futuro por el fracking son de índole social variada y por tanto el tema se podría considerar transversal. 

Siguiendo algunas páginas de Facebook o alguna web antifracking, sospecho que muchas de las personas afectadas por la proximidad del fracking en el País Vasco son de preferencia jeltzale y eso seguramente les produce una inquietud interna,  al ser el partido al que votan,  el que parece dispuesto a imponerles el fracking que ellos rechazan.

Pero, seamos racionales. ¿Piensan realmente esas personas que sus inquietudes serán escuchadas y entendidas por los dirigentes jeltzales?
 
Hace pocos días, el gobierno vasco decía que tenía seguir adelante con algunos permisos, a pesar de lo aprobado en el parlamento vasco, porque en algunos casos no implicaba hacer fracking en una primera fase y además habría que indemnizar a las empresas exploradoras en caso de pararlo definitivamente.

Me imagino que el gobierno Vasco se indemnizaría a sí mismo. Pues, ¿No participa en el "tinglado gasistico" SHESA, la sociedad de hidrocarburos del gobierno vasco? Es decir, políticos metidos a empresarios del gas.

¿Cuántos partidos políticos conoce el lector cuyo antiguo presidente haya llegado a CEO de una multinacional petrolera? Porque ese el caso de Josu Jon Imaz, consejero delegado y ejecutivo de REPSOL, compañía ésta,  junto a GAS NATURAL,  con intereses de fracking en la cordillera cantábrica.

Si la cosa se le complicara al PNV no dude el lector el contemplar la baza del nacionalismo. ¡La independencia energética del País Vasco! ¡Por la que hay que hacer sacrificios!.

Ya  la vimos en Escocia, antes de las elecciones y del referéndum de independencia, con la propuesta de la estimulación de pozos en el Mar del Norte mediante técnicas de fracking y hace poco con el fracking en tierra.

Lo curioso del tema es que la propuesta no vino de políticos sino de empresarios, el último,  el CEO de la química INEOS.

La lectura podría ser que para las grandes corporaciones no existen ni partidos políticos, ni fronteras, ni ciudadanos a ambos lados de las mismas. Existe la cuenta de resultados y las oportunidades de futuro.

Pero el tema daría para más. Cabe la posibilidad de que el primer pozo del que participe SHESA se perfore en .... ¡Burgos!, fuera de los límites de País Vasco.

¿Y cómo es posible eso? Pues, el ministro Soria, con los planes claros y siguiendo el guión energético de FAES, laboratorio de ideas del PP y fundación que preside el expresidente Aznar, y protagonista de los planes sobre el  “hub gasístico español”, previno el malestar y oposición de los ciudadanos y se “sacó de la manga” los permisos exploratorios intercomunidades. Una acción que dice mucho de la calidad democrática del PP y del respeto a los órganos elegidos por los ciudadanos.

Estos permisos implican zonas terrestres de dos o más comunidades autónomas y así el gobierno se atribuye las decisiones sobre el tema dándolo un carácter nacional mientras que rescinde los poderes decisorios de los gobiernos autonómicos.

¡Total,  Castilla y León tiene unos políticos “como Dios manda”!, que diría el presidente Rajoy. Ordenados y mandaditos y prestos a obedecer a Madrid antes de prestar atención a las inquietudes que pudieran manifestar sus ciudadanos de las Merindades burgalesas.

El caso, es que finalmente el PNV buscará seguir adelante, Rajoy es de ideas fijas, y no se sabe de otras,  y de algunos de los nuevos en el ruedo político no debe esperar mucho el lector, y omitimos al PSOE, que tiene también lo suyo en el tema, pero que por extensión del texto y por importancia en el tiempo, ahorramos en explicaciones.

¿Y  los ciudadanos?, al final nos quedará la queja y tomar quina. Tal vez la conducta de los quejosos ciudadanos se explique por lo de la quina Santa Catalina, que tanto años tomándola pudieron influir más de lo que parece.

En cualquier caso, con la voluntad de ser constructivo, y en el supuesto de que nada vaya a cambiar, propondría hacer público el patrocinio de los políticos. La situación sería la misma que la actual,  pero con la ventaja de que el ciudadano tendría mayor información y capacidad de decisión.

Por ejemplo, el ministro Guindos, ¿llevaría en el bolsillo de la camisa el patrocinio del Banco Santander?, pues alguien se podría animar a comprar acciones del banco.

¿Urkullu, muestra el patrocino de Repsol? Pues hombre, lo mismo alguien tiene un primo esperando un puesto de trabajo en una gasolinera del grupo y le motiva a votarle.

Al fin y al cabo, los futbolistas y los pilotos de Formula I, entre otros, llevan el nombre del sponsor, ¿Por qué no iba a estar justificado que lo llevaran los políticos?






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