lunes, 21 de diciembre de 2015

El gas ruso, el fracking estadounidense y el fariseísmo europeo


La canciller alemana Angela Merkel junto al primer ministro de Italia, Matteo Renzi





Publicado en El Economista.es
15 de diciembre de 2015 


Italia se pone dura y critica a Alemania por jugar sucio con el gas ruso


A Italia se le ha acabado la paciencia con el doble juego que parece mantener Alemania respecto a Rusia: mientras en los pasillos de Bruselas apoya las sanciones por la política de Moscú en Ucrania oriental, no pone reparos para impulsar la duplicación de capacidad del gasoducto North Stream, construido expresamente para esquivar las pequeñas pero irritantes -a los ojos de Putin- repúblicas del Báltico, Polonia y la propia Ucrania.

Este juego ha terminado por fastidiar a Matteo Renzi, el primer ministro italiano, que propone ahora que el proyecto para ampliar el North Stream, en el que se esperan invertir 11.000 millones de dólares, sea examinado en el Consejo Europeo del próximo jueves.

Tal como informa el diario Financial Times, los italianos argumentan que el gasoducto va directamente en contra del espíritu de las sanciones impuestas a Rusia, y que pretenden doblegar a Moscú para que abandone la vía militar en Ucrania.

Mientras, Berlín resiste a las presiones de sus vecinos -y ahora también las de Italia- y pretende que el gasoducto es una iniciativa enteramente privada, en la que el gobierno que dirige Angela Merkel no tiene nada que decir.

La postura de Italia viene a reforzar la propuesta, liderada por Polonia y apoyada por varios miembros de la UE de Europa central, de que el Consejo incluya el gasoducto en la balanza de las sanciones.

La agenda de Italia

Claro que el objetivo de Roma no parece estar enteramente alineado con el de Polonia. Mientras que los países que lindan con ella viven con el miedo casi permanente al expansionismo de Rusia, y para ellos la mejor manera de tratar a Putin es usar mano dura, Italia busca casi lo contrario.

El país transalpino es un buen socio comercial de Rusia -el segundo mayor de la Unión, de hecho-, y viene solicitando que las sanciones se suavicen o se eliminen, directamente.

Al incluir la segunda tubería del North Stream en el paquete de sanciones, no sólo intenta demostrar que la postura del Consejo es incoherente, sino que además pretende revivir su propio proyecto con Rusia.

Se llamaba South Stream, debería haber conectado directamente con el sur de Europa para colocar allí el gas de la rusa Gazprom con la participación de la italiana Enel, y fue bloqueado por la Comisión Europea.

En Berlín saben que el diablo está en los detalles, y su respuesta está preparada desde hace tiempo. ¿Por qué North Stream 2 sí y South Stream no? Pues porque el segundo atravesaría suelo firme de varios países donde la Comisión sí tiene competencias (Bulgaria, Croacia, Eslovenia y Hungría). El primero, en cambio, serpentea bajo las -casi siempre- plácidas aguas internacionales del Báltico.



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